jueves, 26 de abril de 2018

Vacíos




Desequilibrios

Ya nos queda caer;
seguir cayendo,
precipitarnos,
irremediablemente,
de este saco roto
de moral gastada
y que nunca termina
de llenarse.

Caer es el camino
y la caída
tal vez nos arroje
a algún vacío
donde poder romper
un saco nuevo,
donde estrenar por fin
una vergüenza.



jueves, 5 de abril de 2018

Brunch



Brunch

¿De veras piensa usted comer del arte?
Le sugiero empezar por los magentas;
saborear despacio sus matices
de primario espesor bajo la lengua.

Los puede acompañar perfectamente
de densos verdes pálidos de cromo
cuyo gris corazón brinda perfecto
maridaje con todo lo ilusorio.

Están de temporada los naranjas:
no puede usted olvidarse de probarlos
junto a un buen rojo óxido de hierro
y un amarillo Nápoles cargado.

Mézclelo todo bien con su discurso,
si dispone de alguno en la despensa
y si no, no se apure, no hace falta;
sus comensales le otorgarán sentido.

No se olvide del negro más profundo,
que le va a acompañar toda la vida;
no escatime con él en cantidades
y engulla sin pensar en la etiqueta.




miércoles, 17 de enero de 2018

Septiembre





Comenzaba septiembre: íbamos él y yo vistiendo esa ceguera propia del chaval que cruza en rojo con los auriculares puestos (una ceguera sorda, podríamos decir). Y además nos quedaba bien el modelito, tan cómodo y casual. El noveno mes se hacía el loco y evitaba así caer en la cuenta de tanto coñazo de vuelta al cole, horarios nuevos o proyectos por empezar. Yo procuraba copiarle y no pensar en nada demasiado. Me limitaba a pintar, como he hecho siempre; en el estudio amontonaba pequeñas piezas grises que -de cuerpo presente- parecían presagiar la parálisis. Figuras incómodamente suspendidas en el aire, desnudos durmiendo un sueño quizás irreversible, en definitiva un montón de pequeños personajes fue naciendo en septiembre. A esa remesa pertenece el minúsculo díptico de las fotografías. 
Pero octubre no fue tan amable conmigo. No sé cómo lo hizo, pero el muy desgraciado dispuso que mis pinturas se cerrasen ofuscadas: –de eso nada, signorina, oggi non lavoriamo –me espetó insolente un buen día el amarillo de Nápoles, en comandita con su colega el rojo veneciano. Apenas sin tiempo para reaccionar a lo susceptibles que andaban los italianos, el gris medio me calzaba una cobra y caía al suelo. ¡El gris medio! ¡Con lo que lo uso! Pero nada, era inútil: en menos de cinco minutos todos los demás colores ya me habían dado la espalda. Ah, qué ingratos. Qué cobardes. Yo que contaba con ellos para una exposición en febrero, y ahora no podrá ser...
Y así están las cosas, amigos. Bien avanzado enero resulta que todavía no nos hablamos. Se ve que las dos partes somos demasiado orgullosas. Pero en fin, alguien tendrá que dar el primer paso y sospecho que acabaré siendo yo. De momento, me observa regañona una paleta seca, polvorienta, intacta.