domingo, 6 de diciembre de 2020

País encorvado


Náusea; Acrílico, lápices y collage sobre cartón; 29x20 cm; 2020


Aún eres costalero 
de este paso invisible,
del grotesco fantasma 
con tantos hijos ciegos;

con tantos hijos ciegos
y también tantos nietos
que nunca han conocido
más zapato que el suyo.

Hoy aún tus cadenas
siguen sin escucharse,
envueltas como van 
en banderas del chino;

y no entiendes las voces
con el ruido de fondo,
entre caceroladas
y cláxones sombríos.

Hoy te siguen pesando
en los hombros cansados
muchos muertos sin nombre
con cuneta en los huesos;

muchos hijos ancianos
golpeados de olvido,
que también van muriendo
enfermos de esperanza: 

de una esperanza absurda
que no sirve de nada.



martes, 22 de septiembre de 2020

Deja que sean tus manos


Pieza de la serie El arte de levantarse - 
técnica mixta sobre cartón (23.5x23.5cm; 2020)
 


Deja que sean tus manos las que guíen,
las que muestren la senda por este oscuro paso,
que saben más tus manos que otras tantas
convertidas en puño que golpea,
en el ruido cerrado de una defensa inútil.

Hoy tus manos son llave y herramienta,
son simiente de sol y de fortuna,
fortaleza, tesón, talento y calma;
las manos que tomaron estas manos cansadas
y valientes forjaron a nuestro amor torcido.

Deja que sean ellas las que lleven
todos los días nuevos nuevos rumbos
a muchas otras manos que aún no saben
la abrumadora suerte que han tenido
al llegar a tus manos en las mañanas grises.

Ya que solo podemos estrecharnos la sombra
y que la libertad consiste en ver de lejos,
no existe campo abierto más cierto que tus manos,
ni mayor calidez que la que ellas ofrecen:
porque todas las manos debieran ser tus manos.




lunes, 21 de septiembre de 2020

Náusea









Yo sé que todo es mentira,
que nos están engañando
desde arriba;

que el bicho ese no existe,
pero, siendo un alma dócil,
no lo viste.

Quieren tenerte encerrado,
o fuera, pero con miedo
descarnado,

para dar todo incluído
a millones de "morenos"
mantenidos;

los mantienes tú, por cierto,
con el sudor de tu frente,
tus impuestos.

¿Que son fake news, que son bulos?
lo que pasa es que no hay huevos,
no hay orgullo.

El bozal sí que es un cuento;
un invento de los chinos
y un tormento;

un sacadero de perras
que yo no pienso ponerme:
que es la guerra;

que un político no es nadie
para quitarle a la gente
su buen aire...

¿Más razones necesitas?
¿Quieres pruebas? ¡No me jodas,
podemita!

¿Qué más quieres que te diga
para quitarte la venda,
que no sigas

engañado como un bobo,
venezolano obediente?
¡Viene el lobo!

Si no lo entiendes, pendejo,
es porque eres comunista,
se ve el rejo:

¡que te gobiernen te gusta
y calladito obedeces
por la fusta!

...

A ti, que no entiendes nada,
en la boca del estómago,
acamada,

la náusea se te recuesta 
para irse poniendo cómoda
en la fiesta.











 

miércoles, 22 de abril de 2020

También la calle es prestada




REFLEXIONES INDOORS

La calle tiene algo; así: desperdiciada.
Hay cierta dignidad en el asfalto mudo
y en ese guante plástico tirado en el parterre,
liberado por fin de alguna mano imbécil
que me hace ver muy claro que la calle,
la calle tiene algo y no éramos nosotros.
No hay duda.

Observando la acera, tras coches olvidados,
hay tórtolas burlonas con andares humanos
que ahora van descansando de sus alas pesadas
y nos van imitando, con la soberbia bípeda
de quien se sabe a salvo por levantar un vuelo.


La calle tiene algo; así: desperdiciada;
que ella no necesita nuestros pasos perdidos
ni un manojo de miedos a un balcón asomado
para ser.

El día que volvamos a malgastar la calle
quizás hagamos bien en recordarlo:
"la calle tiene algo que no nos pertenece;
la calle tiene algo que no es nuestro".





viernes, 24 de enero de 2020

El arte de levantarse


Acrílico y lápiz sobre lienzo (16x22cm; 2019)



Yo tuve suerte.
Jamás recibí golpes
como aquel compañero.
Él los probó de todos
los colores:
encarnados, negruzcos,
amarillo memoria...
Volaba en muchedumbre
hacia los baños
para salir al rato
sin rebeca, sin alas,
sin él mismo;
uniforme arrugado,
sangre y mocos.

Nunca encontré el valor
de defenderle;
callábamos inquietos
un momento
y una risa nerviosa 
se escapaba al pasillo.
Mientras, iban volviendo
-algarabía ufana-
a dejarse caer
sonoramente
en sus pupitres verdes
medio cojos.
 Después llegaba él:
acababa el recreo.