Hace unos días recibí un encargo de lo más original. Se me pedía ilustrar la portada de una partitura. Una preciosa pieza de piano, titulada Desesperanza toma n, andaba buscando su guinda en un pellizco visual que la acompañase. A pesar de tratarse de un trabajo en soporte digital, interesaba empaparlo de la estética vintage de los años 20, por lo que no tuve más remedio que entrar en mi particular máquina del tiempo emulando al protagonista de Somewhere in time.
Al cerrar los ojos, esto fue lo que sucedió:
Ilustración digital
Mirando hacia el enorme
ventanal del salón,
de pie junto al piano,
con su desesperanza
efervescente...
vino entre nebulosas
de colores surgiendo,
la fantasmal criatura
que instantáneamente
se disipa.
Jamás había visto
a la huidiza dama
que al compás del reloj
se aprendía mi alma
de memoria.
Quise decir su nombre
para evitar su marcha,
al menos de ese modo
podría poseerla
unos segundos.
Pero un breve sonido
que entonces se antojaba
extrañamente ajeno
me devolvió de golpe
a mi despacho.
Abro por fin los ojos:
tengo un whatsapp.