La triste imperfección
de la pared desnuda
me muestra el resultado
de esta cruel estafa:
que jamás guardaremos
el secreto de un beso
y el tiempo inexorable
apagará mis labios;
que tampoco mis dedos
se aprenderán tu pecho
ni tu voz se hará húmeda
al susurrarme luego.
Que tú y yo somos nunca
y ya nunca seremos
más que el cordial espejo
de una profunda nada.
Por eso firmo el libro
de las reclamaciones:
para dejar constancia
del blanquecino olvido;
por duplicado, claro
y de antemano.
Acrílico y lápiz sobre tabla (22x14cm)
Me gusta muchísimo este cuadro, pero mucho más de la mano del poema.
ResponderEliminar¡Gracias mil! Los escribo con ánimo de enriquecer un poco la primera percepción de la obra, me alegro de que te guste. Un abrazo.
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