A ESCALA
Suelo comprarme gente en miniatura;
las pequeñas figuras de los trenes eléctricos
me permiten poblar rincones ciegos
—escenarios vacíos de la nada más triste—
para reconvertirlos en paisajes lunares,
en playas prehistóricas
o en las feroces fauces de la jungla azulada
que ofrecen mis macetas.
Regento mundos nuevos sacados de contexto
para jugar a Dios furtivamente,
para salvar la grandeza inadvertida
de lo que es diminuto.
Soy el Ojo panóptico, el Delta luminoso
vigilante de inmóviles hormigas.
Lo más satisfactorio
a menudo es inútil.
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